Origen y evolución de la Apicultura en España

ORIGEN YEVOLUCIÓN DE LA APICULTURA EN ESPAÑA

 

Ilmo. Sr. D. JuanCarlos Fontanillas Pérez

 Académico Correspondiente

 

16 de diciembre de1998

 

 

 

Cuandoel estudioso pretende conocer el origen de cualquiera de las especiesvivientes, tropieza con una embarazosa dificultad, la misma que tiempo atrásconstituyó un grave problema para el pionero de la conducta animal: CharlesDarwin quien en su obra ?El Origen de las Especies? denominó como ?laImperfección de los Estratos Geológicos?. Y en realidad, al decirse que en lasrocas  está escrita la historia delpasado biológico desde épocas anteriorísimas a la aparición del hombre sobre latierra, solo logramos aproximarnos a la verdad, ya que no siempre hallaremoslos restos más antiguos en las capas geológicas más profundas y los máscontemporáneos en los estratos más externos, como lógicamente puede suponerse,puesto que los muchos accidentes ocurridos en tantos miles de años handesordenado, locamente, la mayoría de los restos fósiles.

 

Existenmuchos depósitos de ámbar en el mundo con inclusiones biológicas, entre los quedestacaremos los de Alaska, Canada, New Jersey, México y República Dominicanaen el continente americano; Siberia, China y Birmania en el continente asiáticoy los del Báltico, Francia, Rumania, Sicilia y España en Europa, destacando elyacimiento de Peñacerrada en Alava y el de Rubielos de Mora en Teruel.

 

            De todos los grupos encontrados enRubielos de Mora, el orden de los Himenópteros destaca de una forma especialpor ser el más abundante, después de las moscas o Dípteros, situación que serepite en casi todos los yacimientos del Cenozoico, ya sean de sedimentoslacustres o de ámbar. Aunque se les conoce con los nombres vulgares de avispas,abejas y hormigas, aludiendo a los tres principales grupos morfológicosdescritos, entre los paleontólogos y entomólogos se habla preferentemente deHimenópteros, que alude a sus alas membranosas. En el Periodo Terciario deEstados Unidos se han descrito algunos casos, como una hoja de cerezo (Prunussp) con cortes semicirculares en los bordes producidos por una abeja cortadora.También hay evidencias de perforaciones en la madera, ahora fósil hecha porhormigas de hace 60 millones de años (Cenozoico) y también por abejas de lafamilia Xylocopidae de hace 20 millones de años (Mioceno).

 

EnRubielos de Mora se han encontrado abejas y hormigas de diferentes castas, loque nos informa de que, hace 20 millones de años, había insectos queestablecían complejas sociedades con separación de funciones, tal como se observaen los mismos grupos actualmente.

 

Perola conservación en ámbar es mucho más sorprendente, si cabe, de lo ya expuesto.Se han podido observar,  en abejas delámbar de la República Dominicana de hace entre 40 y 25 millones de años, condiferentes métodos de microscopía electrónica, fibras musculares en las que sonincluso visibles las membranas replegadas de las mitocondrias. En una abejainerme del mismo origen, se consiguió aislar y detectar el primer resto dematerial genético fósil. Además, se pudo establecer una asociación simbiótica,similar a las actuales, entre esta misma abeja y bacterias del género Bacilluspresentes en el abdomen, al detectar restos fósiles de ADN de Bacillus en eltracto digestivo.  La resina originalreunía dos propiedades clave para evitar la descomposición de cuerpos ytejidos, era antibacteriana y antifúngica y, además, tenía una gran capacidadde deshidratación.

 



Además,en el ámbar del Báltico, cuya edad se sitúa entre el Eoceno y el Oligoceno(entre 53 y 23 millones de años), se ha hallado un ejemplo evidente de foresis:un pseudoescorpión cogido a una avispa para que lo transporte. Más curioso ysorprendente resulta el hallazgo de diversos ejemplares de Himenópteros conpolen de coníferas en sus tractos digestivos en el Cretácico inferior deSiberia, hace unos 135-95 millones de años. Este es el indicio más antiguosobre la alimentación de los Himenópteros y su relación con la paleoflora.También se han hallado Himenópteros del Cretácico inferior en Las Hoyas (Cuenca)y en el ámbar de Alava.

 

Ya enel Terciario, se han citado ejemplares de Abeja en el Oligoceno de Izarra, enla provincia de Alava, uno de los cuales pertenece a la abeja Apis aquisextana,descrita recientemente en el famoso yacimiento francés de Aix-en-Provence. Sinembargo, el registro fósil más abundante en nuestro país procede del Mioceno,hace unos 20 millones de años. De esta época se conocen Himenópteros fósiles enlos sedimentos de origen lacustre de Rubielos de Mora (Teruel), Ribesalbes(Castellón) y La Cerdaña (Lérida). Por último, de una época muy reciente, hacesolamente algunos miles de años (Pleistoceno), se han estudiado celdas denidificación de abejas solitarias en las islas Canarias.

 

HORMIVISPAS

 

Elámbar de Peñacerrada es de una excelente calidad, y está repleto deinformación. El material biológico incluido en las pepitas de ámbar nos estáenseñando los organismos, en este caso del mundo de los insectos, que están enlas bases de la evolución de casi todos los grupos que conocemos actualmente. Ysuceden cosas muy curiosas, como que, de momento, no se han encontrado restosni de hormigas ni de avispas, porque probablemente todavía no existían. Se hanencontrado ejemplares parecidos a unas homivispas, unos organismos que reúnenlos caracteres de hormigas y avispas, antecesores comunes de antes de que susdos universos se separasen.

 



Hastaeste momento se asumía que avispas y hormigas procedían de un tronco común,pero una cosa es una hipótesis y otra poder ver con los propios ojos y tocar conlas manos esa realidad.

 

Resumiendotodo lo anterior y aunque su origen cierto no está muy delimitado, se sabe queno pudieron aparecer antes del Cretácico (hace 120 millones de años), momentoen el que se desarrollan las plantas florales. Algunas pesquisas arqueológicasseñalan que las abejas existen desde hace al menos 42 millones de años.

 

BOSQUEJO HISTORICO

 

Lapresencia de la abeja en el mundo es, con mucho, anterior a la del hombre, quepuede cifrarse en 600.000 años. NOWTT-NICK (1987) estima su existencia en unos50 millones de años y BUTLER (1975) señala la aparición de las primeras abejasen un período aún más lejano: 80 millones de años, habiéndose desarrollado apartir de algún predecesor tipo avispa que abandonó una dieta carnívora a favorde otra vegetariana. Este mismo autor localiza su lugar de origen en el sur deAsia, desde donde, ya organizados, pasarían a las zonas más templadas de laribera mediterránea durante los cataclismos geológicos y fríos glaciales, queocurrieron en el Eoceno, al principio de la Era Terciaria (PRIETO RODRIGUEZ,1982).

 

Encuanto a la apicultura, para muchos historiadores se remonta al año 2.400 a.C.en el antiguo Egipto, mientras arqueólogos italianos localizaron colmenas debarro en la isla de Creta con una edad aproximada de 3.400 años antes deCristo.

 



Decualquier forma hasta donde se tienen registros, la miel ya era utilizada desdeel 5.000 a.C. por los Sumerios.

 

            Una vez aparecido el hombre, estosdiminutos y laboriosos seres que, en palabras de MAETERLINK (1981), ?viven ensociedad sometidos a leyes complicadas y que ejecutan en la sobra cosasprodigiosas?, atraen su curiosidad comenzando el aprovechamiento de su mielmediante la caza de nidos, de lo cual da constancia varias pinturas rupestresdel Levante español (Cueva de la Araña en Bicorp, Valencia, de 7.000 años deAntigüedad, y en el Barranc Fondo de Castellón), caza cuya realización nodebería ser muy diferente al modo en que aún hoy se realiza en algunos puntosdel mundo, como describe ERIC VALLI (1989) de forma muy gráfica, en su trabajosobre la caza de miel en las estribaciones del Himalaya.

 

Peroen cuanto a la explotación de colmenas, cabe el honor al pueblo andaluz elhaber sido el primero en instalarlas (PRIETO RODRIGUEZ, 1982), así Gargoris, andaluzy rey de los Cunetes, y “amigo de las abejas? fue el inventor del arte derecoger la miel (SANCHEZ DRAGO, 1978), recayendo sobre su persona ladenominación de ?Gargoris el melícola?.

 

A lolargo de los siglos, de la importancia que para el hombre iba tomando la críaapícola, dan fe muy diversos autores de la antigüedad que, como Aristóteles,Catón, Varrón, Plinio, Columela o Peladio, se ocuparon en sus obras de la abeja

 



En elaño 300 antes de Cristo, Aristóteles trataba en sus obras de la crianza de lasabejas. Los primitivos Romanos, Etruscos y Sabinos ya usaban la miel comoalimento. Los romanos empleaban colmenas hechas con mimbres, corteza dealcornoque, corcho o recipientes de barro cocido. Parece que no solíanpracticar el apicidio, sino que explotaban la enjambrazón artificial e inclusousaban ya el principio del panal móvil que constituye el principio de laexplotación racional, limitada naturalmente a los medios  de que disponían.

 

Afinales del siglo II antes de Cristo, citan los autores griegos las primerascolmenas artificiales. Desde entonces ha habido un gran interés en conseguirbuena cosecha de miel, puesto que cada vez se le encontraban nuevasaplicaciones.

 

Amedida que pasaba el tiempo notaron que el sabor de la miel era distinto, dependiendode la variedad de planta que las abejas visitaban. También observaron quecuando las abejas estaban en un prado, los panales contenían más miel que si seinstalaban en las cercanías de un bosque o en una ladera de monte bajo.

 

Otroaspecto que hay que destacar es que cuando estaban en campos de plantasforrajeras, la cosecha era mayor.

 

En laEdad Media se produjo la decadencia de la apicultura, acentuándose a partir delsiglo XVI, tras la introducción en Europa del azúcar de caña y posteriormentede la remolacha. Data de aquella época el desuso y abandono de la apicultura,que descuidada por los campesinos, continuó gozando de cierta atención enalgunos conventos, que las siguieron criando.

 

Sinembargo, las abejas, continuaban difundiéndose de forma natural y sobrevivíansuperando las dificultades climáticas y alimenticias, puesto que laconservación de la especie quedaba garantizada al acrecentarse su capacidad deenjambrazón.

 

Sinembargo, la historia científica de estos insectos no comienza en realidad hastael siglo XVII, con los hallazgos del holandés Swammerdan (MAETERLINK, 1981),siendo a partir de entonces cuando se aprecian avances en la apicultura, decarácter exclusivamente fijista al principio, para tras diversosdescubrimientos, dar lugar a la apicultura movilista que ha llegado hastanosotros.

 

ParaLOPEZ DEL AMO (1981), en el desarrollo de la forma movilista destacan lossiguientes hechos importantes:

 

1851: Invención porel clérigo Lorence L. Langstroth (1810-1895) de la colmena de cuadros que llevasu nombre.

1857: Invención porel carpintero Johannes Mehring (1816-1878) de los moldes para las láminas decera.

1865: Invención porel austríaco Von Hruschka (1818-1888) de un extractor de miel rudimentario.

1870: Invención delprimer ahumador por Moses Quimby (1810-1875).

1874: El biólogo ynaturalista George Layens inventa la colmena que lleva su nombre.

 

EnEspaña, donde a lo largo de todos estos siglos hubo importantes manifestacionesque demuestran el interés que la Apicultura despertaba, como la edición enAlcalá de Henares, en 1586, del primer tratado en el mundo sobre ésta materia,por Luis Méndez de Torres (PRIETO RODRIGUEZ, 1982), la explotación se mantuvocon carácter exclusivamente fijista utilizándose colmenas de corcho hastafinales del siglo pasado en que Benigno Ledo González en 1.880 trae la primeracolumna Layens desde Francia (PRIETO RODRIGUEZ, 1982).


    



            Deeste modo, la segunda parte del siglo XIX resulta clarificadora para elapicultor español, que se ha ido incorporando progresivamente a las nuevascorrientes del conocimiento apícola, gracias también a las traducciones detextos extranjeros que rápidamente se difunden y a las aportaciones y trabajosde investigadores propios, entre los que destaca Enrique de Mercader Belloch(MURILLO RAMOS, 1988).


    

Podríamosafirmar, por lo que respecta a España, que la apicultura toma su máximo empujea finales del siglo pasado, continuando a principios del presente con laintroducción de la colmena Layens por el gran apicultor españolMercader-Belloch, quien pronto diseminó por toda la península dicha colmena,que si bien es de tipo horizontal actualmente en desuso, se emplea hoy todavíaen la práctica de la apicultura nómada. Actualmente se emplean yauniversalmente las colmenas verticales, es decir con alzas, por su mayorfacilidad de manejo y mejor rendimiento en miel.

 

Comoes lógico suponer, estos avances significativos no acontecían al mismo tiempoen toda la geografía nacional, pues mientras en Galicia la importación de laprimera colmena Layens ocurría en el año 1880 en Baleares se introduce cuatro años más tarde (BRUNET ESTARELLAS,1985),y en otras regiones de España hubo que esperar hasta principios del sigloXX, como Navarra (REMON ERASO, 1983), e incluso hasta bien avanzado éste, enExtremadura, donde las colmenas movilistas no aparecen hasta los años 40,introducidas por el traslado de una familia valenciana a la comarca de Siberiay por la llegada de valencianos a las Hurdes (SOLAR LLANSO et al., 1986).

 



Poco apoco la apicultura en España comienza a erigirse en una actividad floreciente,llegando en 1935 a la cifra de 1.062.000 colmenas (78.000 movilistas y 984.000fijistas), según datos del Anuario de Estadística Agraria (A.E.A) de 1985. Comoconsecuencia de la Guerra Civil, disminuye y no vuelve a ser alcanzado unnúmero superior al millón de unidades, hasta el año 1981, aunque la relaciónentre movilistas (812.000) y fijistas (201.000) se ha invertido totalmente(MAPA, 1985), con su influencia en el incremento de la producción de miel deeste cambio, pasándose de las 6.252 Tm de 1935 a las 20.000 de 1998.

 

Alreferirnos a la apicultura en España no podemos olvidarnos de la extensión quetuvo el Imperio a partir del siglo XV, lo que nos lleva inevitablemente aldesarrollo de la apicultura en el Nuevo Mundo y por extensión a la apiculturamejicana.

 

En elNuevo Mundo no existían las distintas especies del género Apis por lo que lasculturas establecidas en la zona utilizaron otro grupo de abejas: las Meliponinaeo abejas sin aguijón. De éstas, las culturas mesoamericanas lograron cultivardiversas variedades de los género Trigona y Melipona entre las que tuvoparticular importancia en la especie Melipona beecheii bennett, que se utilizatodavía en Yucatán.

 



Latrayectoria de la meliponicultura en Yucatán es representativa del fenómeno enel resto del área mesoamericana, a pesar de que en ese sitio alcanzó un gradode complejidad único. Se presupone que inicialmente los mayas llevaban a cabola explotación de las abejas robando la miel de las colonias silvestres. Mástarde, cortaban los troncos en los que existían los nidos, los transportaban alalero de su vivienda y los cuidaban hasta el momento de su cosecha. Laprotección de los nidos naturales seguramente enseñó al meliponicultor sobre lanecesidad que tenían las colonias de recursos florales y su susceptibilidad afactores físicos tales como la lluvia y el viento. De esta manera aprendieron aproteger sus ?colmenas? dentro de chozas y a colocar sus troncos en un armazón especialmente diseñado. Estaactividad alcanzó una eficiencia semejante a la efectuada con A. mellifica enla Europa de los siglos XVI al XVIII, especialmente en lo que se refiere aproducción y reproducción de las colonias, mecanismos para reducir laenjambrazón, etc. Fernández de Oviedo en su historia general y natural de lasIndias, describe la actividad apícola  yel intenso cuidado de las abejas que tenían los mayas durante la colonización.Asimismo resulta evidente que la meliponicultura en esa época estaba másextendida que la apicultura en cualquier país de Europa.

 

Lamiel fue el recurso principalmente utilizado por los mayas para la fabricacióndel ?balche?, bebida que incluía, además de miel, corteza del balché(Lonchocarpus longistylus pittier) y agua, y que se utilizaba en festividadesreligiosas. El documento más antiguo sobre aspectos relacionados con laapicultura en la península  del Yucatánes el códice Troano, en el cual hace mención a las festividades religiosas delos apicultores, festejos similares fueron descritos por el obispo Diego deLanda, quien comenta que durante los meses de noviembre y diciembre, losapicultores mayas celebraron fiestas dedicadas principalmente al diosAh-Muzencab para asegurar un buen flujo de néctar.

 

Lamiel fue el tributo que los campesinos mayas pagaban a los ?halach-uinics?,y  fue objeto de un intenso comercio querealizaban por mar desde Tabasco con Honduras y Nicaragua, así como con elimperio mejicano. A cambio de miel y cera, los mayas probablemente recibíansemillas de cacao y piedras preciosas.

 



Con lallegada de los españoles a América, podría pensarse también en la introducciónde la abeja común europea (A. mellifica); sin embargo, la metrópoli siempreconsideró la venta de miel y cera como un monopolio real y exclusivo de España.No obstante, debido a las actividades religiosas surgió una fuerte necesidad decontar con un mayor suministro de cera, imposible de cubrir desde España; porello, al ocupar en la península de Yucatán el sitio que correspondía a la castade los ?halch-uinics?, los españoles les exigieron cera como tributo. Con laintroducción de la caña de azúcar y el desarrollo de grandes haciendasazucareras en la región central de Nueva España, la miel pasó a ser un productode importancia secundaria; la necesidad de utilizarla como endulzante seredujo, y solo se empleaba para la fabricación del ?balche?

 

Laextensión de la meliponicultura en Yucatán puede medirse por las primeraslistas de tributos que los españoles exigieron en 1.549: de 173 pueblos delestado de Yucatán, sólo 5,8% no pagaron con miel y cera; en total, la listacubría 2.438 arrobas (aproximadamente 29.300 Kg) de cera y 276 arrobas (cercade 3.300 Kg.) de miel que, en términos de la población entonces existente en elestado de Yucatán equivalía a una arroba (12 Kg) de cera por cada 20 personas ya una de miel por cada 295 personas. La intensidad de la actividad puedeconocerse si se considera que una choza-apiario contaba normalmente conalrededor de 100 a 200 troncos-colmena.

 



Lacera recogida por los españoles se comercializaba a través de los puertos deSisal, en Yucatán y de Campeche, hacia el puerto de Veracruz y a otros delImperio Español; por ello, a esta cera, que en realidad es un cerumen (mezcla decera con propóleos), se le conoció como cera de Campeche. En general, laestructura económica tributaria y el sistema de explotación de las meliponas semantuvo durante toda la colonización, por lo que los españoles nuncaintrodujeron la abeja europea común a las regiones mayas, especialmente a lapenínsula de Yucatán.

 

Laintroducción de la abeja europea a Méjico no fue directa; la evidencia indicaque las abejas europeas de la raza A. mellifica se introdujeron primero enFlorida, a fines del siglo XVII, cuando esta península era posesión española,con la finalidad de obtener alguna utilidad económica dado que la contribuciónde ese sitio al imperio era mínima y en ocasiones nula.

 

Lallegada de la abeja europea a México no implicó su introducción a Yucatán;incluso en 1.821, ésta no se conocía en esa región pues la cera quecomercializaba la península con el resto del país seguía siendo la de?Campeche?. La razón principal de esta omisión fue la probable resistencia delos meliponicultores a trabajar con una abeja que ?picaba?, además de que noexistía una necesidad económica, ya que la meliponicultura estaba bastantedesarrollada y cubría en su totalidad la demanda de miel y cera.

 

Laintroducción de la abeja europea en Yucatán se llevó a cabo desde EstadosUnidos a fines del siglo pasado y principios del presente. Es sintomático elhecho de que la abeja común se le conozca en la península como la ?abejaamericana?. La raza que se introdujo fue A. m. mellifica; la abeja italiana,A.m. ligustica se llevó a Méjico después de 1.991.

 



Enconclusión, puede decirse que la actividad apícola en México durante los siglosXVI, XVII y XVIII se concentraba en la meliponicultrua y que no fue hasta elsiglo XIX que la introducción y dispersión de la abeja común de la razaA.m.mellifica comenzó a transformar esta actividad, sobre todo en la regióncentral del país. De hecho, la apicultura moderna se basa en la abeja europea,especialmente de la raza A.m.ligustica, y en la tecnología de la colmena demarcos móviles, que no se inició en México hasta el presente siglo y sedifundió después de 1.920.

 

Todosestos acontecimientos históricos en cuanto a la evolución de la apiculturallevaron consigo el desarrollo de las colmenas y los sistemas de explotación deéstos.

 

Lasprimeras colmenas rústicas, se llamaron también aldeanas, dujos, corchos,yacientes, etc., dependiendo de la región. En Cataluña se denominan arnas,ruscs o bucs. Pueden consistir en vasos de barro cocido, cestos de mimbre,cestos de junco, cestas de paja, de caña, de corcho o casetas de madera más omenos paralelepípedas.

 

Lascolmenas rústicas presentan una serie de defectos, figurando entre ellos lapráctica de la matanza necesaria para la extracción de miel, que se suelerealizar a principios de otoño. En todo caso, siempre se practica después de laformación de un enjambre como mínimo. El apicidio no es aconsejable puessacrifica la familia con reinas jóvenes mientras que el enjambre que serecupera lleva consigo a la reina vieja. El apicidio se realiza siempre alanochecer o al amanecer: se tapan las rendijas con trapos mojados o con tierray luego se introduce en la colmena anhídrido sulfuroso, muriendo las abejas yla cría por asfixia.

 

Lascolmenas rústicas se suelen colocar de forma vertical si se trata de un troncohueco o de un recipiente agujereado por sus extremos, poniéndoles tejas, tablaso ladrillos en la parte superior, para hacer las funciones de techo.

 



Ya enla época romana, sin embargo, había empezado a adoptarse la colmena de tipohorizontal, y más tarde también lo hicieron los egipcios, evitando así elapicidio.

 

            Hoy se admite la siguienteclasificación de las colmenas:

 

Fijas

Mixtas

Móviles o decuadros.

 

En lasCOLMENAS FIJAS, los panales están construidos soldados a las paredes de la colmena.Pueden ser de uno o dos compartimentos, constituyendo las colmenas denominadasvulgares y de casquete.

 

Lascolmenas vulgares, tienen la forma de una campana más o menos espaciosa yaplanada, siendo generalmente de paja o de mimbre, aunque también puedenemplearse otros materiales. Las más corrientes están formadas por cestos depaja tejida con refuerzos de mimbre. Hay que dotarlas siempre de cruceroshorizontales de madera, que impidan el desprendimiento de las ceras nuevas.

 

Tambiénpueden consistir en zarzos de mimbre u otro arbusto ajustado a una armaduraperiférica de avellano, con un mango saliente para facilitar la maniobra.Además se ha de untar el zarzo por fuera con barro, protegiéndola finalmentecon un capuchón de paja de centeno.

 



Se usaigualmente para la construcción de colmenas fijas vulgares, troncos de árbolhueco, bien de roble o de corcho mitades de tonel y cajas de formas diversas;pero tales disposiciones no dan tan buenos resultados como los cestos.

Lascolmenas mixtas, llamadas también semimóviles, se componen de una parteinferior con panales fijos, de madera o de paja, y otro consistente en un alzade madera, con varios cuadros móviles (de 9 a 13) de dimensiones variables, quese adaptan al cuerpo de la colmena.

 

Lascolmenas de cuadros móviles se basan en la particularidad de que las abejas noconstruyen los panales pegados al techo ni a las paredes y se pueden sacar dela colmena y volverse a colocar.

 

Nopuede decirse que el sistema sea moderno, pues en realidad Huber, en el sigloVIII, logró hacer una colmena de panales móviles. En el siglo pasado, hacia elaño 1838, Dzierzon mejoró las colmenas de tablillas, y dio movilidad incompletaa los panales, perfeccionándola sucesivamente.

 

En1851, el apicultor americano Langstroth consiguió ver realizado un anhelouniversal, la movilidad completa de los panales, obtenida por medio del cuadromóvil, que él diseño y que, juntamente con su colmena, dio origen al sistemamoderno movilista. La sustitución de las tablillas por cuadros completos fue ladecisiva orientación para evitar que las abejas pegasen los panales a lasparedes de la colmena, y el techo movible, también de ésta, fue el principio delas colmenas llamadas americanas, inventadas por Langstroth.

 



Pocodespués, en Alemania, el barón de Berlepsch obtenía el mismo resultado en elcuadro de la colmena de Dzierzon, que estaba perfeccionando, sin tenerconocimiento aún del invento del apicultor americano. Hubo partidarios de uno yotros, que sostenían la prioridad de los respectivos inventos, reconociéndoseal fin por todos que el primer inventor fue Langstroth, sin que ello mermara lagran fama del alemán. La colmena americana cada día más perfeccionada, ha sidoel punto de partida de innumerables inventos que, a partir de 1852, se hallanen uso, sustituyendo rápidamente a las colmenas fijistas.

 

Elsistema movilista, en su perfeccionamiento, ha servido de base a dos tiposcorrientemente usados: el de la colmena vertical (Langstroth, Dadant, Voirnot,etc.), y el de la colmena horizontal (Layens, Karel de Kessel, etc.).

 

Ambostipos de colmenas van provistos de cuadros móviles, dentro de los cuales lasabejas construyen sus panales. Las diferencias que distinguen a uno de otrotipo estriban en la forma de extender la capacidad de la colmena.

 

Lacolmena horizontal es siempre de capacidad limitada, por grande que sea eltamaño que se la de. El modelo, que pudieramos llamar matriz de las colmenashorizontales, es el del gran apicultor francés Layens, por lo que se suelellamar a este tipo colmena francesa; pero corrientemente es conocida con elnombre de su creador: colmena Layens.

 

Lacolmena vertical es de capacidad ilimitada. Se aumenta verticalmente, añadiendoal cuerpo de colmena otras alzas, tantas como permita la potencia de lapoblación y los recursos melíferos de la zona.

 



Pararegiones con abundante floración y ricas, por lo tanto, en néctar, como existenen nuestro país, se han concebido adaptaciones posteriores en la colmenadescrita; típico ejemplo de ello son las colmenas construidas por fabricantesespañoles bajo el nombre de ?Dadanror?, ?Perfección? y otras.

 

Haycolmenas especiales, con fondo inclinado o tolva. Este procedimiento permite larápida limpieza del cuerpo de cría y una ventilación más fácil. Entre éstas recordamosla Tonnelli y la de Peret Mesoneuve.

 

Tambiénpodríamos hablar de las colmenas de observación cuyas paredes de vidrio, estánprotegidas por porticones de madera. Sirven para observar el comportamiento delas abejas. No están muy difundidas y se hallan especialmente en centros deinvestigación.

 

Encuanto a la situación actual  en España,en la actualidad el número de colmenas en explotación en España puede cifrarseentre 1,2 millones a 1,5 millones de unidades, de las cuales el 81,9% sonmovilistas y el resto fijistas, con una producción total de miel cercana a las20.000 Tm.

 

Sinembargo este elevado porcentaje de colmenas movilistas no debe hacernos pensarque la situación en nuestro país es pareja a la de otros países productores,dado que la gran mayoría de estas colmenas son del tipo Layens y tan sóloexiste un 3,6% del tipo Alzas (NEBOT, 1987).

 



Actualmente,en el mundo las colmenas rústicas de corcho, mimbre o tronco, son piezas demuseo, utilizadas para estudio e historia, pero no para explotación, y lasLayens hace más de 30 años que han sido sustituidas por las de alzas (NEBOT,1987) lo cual se traduce en la diferente producción conseguida por colmena yaño. Así, mientras el rendimiento medio en miel/colmena en España era en 1997de 18 Kg en otros países era superior (Canadá, más de 50 Kg; Méjico, 33;República Popular China, 23; USA y Argentina 22).

 

Porotra parte (DEVESA et al., 1987), la situación de la apicultura en las diversasregiones de la geografía nacional es bastante heterogénea en cuanto a número decolmenas en explotación y modernidad de las mismas, de la cual da idea larelación entre el número de movilistas y el de fijistas, que oscila entre 0,5en Asturias y 5,9 en Aragón y, muy por encima de estos valores la comunidadValenciana, con un índice de 40,6.

 

Encuanto al número de apicultores españoles no existen cifras claramentedefinidas, con notables diferencias entre las aportadas por los distintosautores. Así GOMEZ PAJUELO (1987) considera una cifra total de 100.000, de los cualesel 70% son aficionados y  producen solopara autoconsumo, PERIS (1987) señala 20.000 y sólo el 10% son profesionales,con más de 400 colmenas cada uno, y el 90% restante son semiprofesionales, queexplotan un número reducido de colmenas, y aficionados.

 

Laapicultura española se caracteriza hoy fundamentalmente por la trashumancia,cuya práctica se ha ido extendiendo a todas las regiones, aunque existenapicultores y profesionales que ejercen una actividad sedentaria en Andalucía yen algunas provincias del Norte. Las rutas seguidas en la trashumancia sondiferentes para los apicultores de las distintas Comunidades Autónomas, ydentro de éstas, para los de cada provincia y zona. Además puede señalarse, lacoexistencia de un tercer sistema de explotación, que no cabe incluirlo en losanteriormente mencionados, al ser de carácter intermedio, denominándoselesemifijo, practicado en Extremadura y Salamanca.