7 de marzo de 2016
19:00

Desarrollos en Vacunología Veterinaria

Fecha: 7 de marzo de 2016

Hora: 19:00

Lugar: Sede de la RACVE

Invitación:

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Ponentes:

y Presidente de la Academia de Ciencias Veterinarias de Castilla y León

 

Resumen

Pocos dudan, en la actualidad, de la importancia de las vacunas en la historia reciente de la humanidad, cualquiera que sea el campo de medida que se utilice para ello, el hombre (Medicina Humana) o los animales (Medicina Veterinaria); no en vano han sido definidas como el instrumento que ha permitido en el siglo pasado mayores cotas de bienestar, por encima del descubrimiento de los antibióticos o a la altura de la disponibilidad de agua potable. En el campo de los animales, las vacunas han sido responsables del desarrollo de la ganadería moderna y son uno de los instrumentos en los que se confía permitan el abastecimiento de alimentos para la población humana en constante incremento, a la vez que representa una herramienta única en la lucha contra las enfermedades infecciosas producidas por virus, que no deja residuos, que permite luchar con eficacia contra el cambio climático y otras muchas utilidades.
Las Ciencias Veterinarias han estado presentes desde su nacimiento en el mundo de las vacunas, que hoy denominamos Vacunología. No en vano sería suficiente recordar que “vacuna” alude a “vaca” pues fueron estos animales el origen de la materia utilizada por E. Jenner en 1798 para inmunizar al niño James Phipps frente a la viruela y más tarde reconocida la práctica como “vacunación” en 1881 por L. Pasteur en su honor. Precisamente el trabajo de Pasteur giró en torno a enfermedades animales o que tenían su origen en los mismos: el cólera aviar, el carbunco bacteridiano, el mal rojo porcino y la rabia. Otro veterinario, el americano D.E. Salmón y su discípulo médico T. Smith en 1881 descubrieron un método original de inactivación de los agentes patógenos, mediante el calor, que permitía obtener productos inmunizantes frente al cólera de las palomas, que después permitiría las primeras vacunas contra diversas enfermedades en el hombre.
El siglo XX fue pródigo en descubrimientos tanto en vacunas frente a enfermedades humanas como animales, particularmente en relación con productos inactivados por calor o diferentes productos químicos, o combinaciones de ambos (toxoides), además de la obtención de productos atenuados o de virulencia reducida en diferentes niveles, logrados por una amplia variedad de procedimientos (cultivo en condiciones disgenésicas, pases por medios de cultivo, por animales, por embriones, etc) capaces de inducir buenas respuestas protectoras en individuos sanos. No obstante la mayoría de estos productos, que han rendido un extraordinario beneficio a la humanidad en la prevención frente a las enfermedades infecciosas, resultaban invenciones empíricas, cuyo mecanismo de funcionamiento por el que lograban inducir una respuesta protectora, se desconocía parcial o totalmente. Han sido los descubrimientos de los últimos años (a partir de la segunda mitad del siglo XX) derivados de aportaciones de la Microbiología, Parasitología, Biología Molecular, Inmunología y, todavía más recientemente, de la coincidencia de la Bioinformática y las denominadas Ciencias “Ómicas”, que se han ido aclarando muchos de tales aspectos y han permitido una auténtica revolución de esta Ciencia, que escapa de su campo de trabajo en la prevención de las enfermedades infecciosas, adentrándose en otros territorios, cuyo final no se vislumbra, incluyendo enfermedades no infecciosas, tumores malignos, hipersensibilidad, enfermedades degenerativas, incluso alcoholismo.
En el campo de las Ciencias Veterinarias, como en el de la Medicina Humana, confluyen intereses comunes, pues al final los objetivos de la primera desembocan en la segunda desde todos los ángulos, y muchos de los descubrimientos recientes en Vacunología Humana comienzan en la Vacunología Veterinaria (y también al contrario). Dos hitos han permitido alguno de los éxitos más notables que se disfrutan en la actualidad, por una parte cuanto tiene que ver con la Ingeniería
Genética o tecnología del ADN recombinante, derivada de los grandes descubrimientos de mediados de siglo pasado y más cercano en el tiempo, de la secuenciación del genoma (primero humano y después de las especies animales y de los microorganismos) que han permitido conocer métodos capaces de modificar la virulencia de los agentes patógenos, atenuándolos de forma científica, precisa, desentrañando las bases que diferencian patógenos de no patógenos. Por otro, los grandes descubrimientos realizados en relación con los mecanismos de la respuesta inmunitaria, el papel que desempeña la denominada respuesta innata celular, inespecífica, sobre todo en su íntima relación con la inmunidad adaptativa, específica, dotada de memoria inmunológica, y el papel central en la misma de los linfocitos T, auténticos “directores” de la orquesta inmunológica que a través de las subpoblaciones derivadas de los linfocitos T CD4+ modulan la respuesta de anticuerpos y de los linfocitos T CD8+ lo hacen de la respuesta citotóxica, crítica en el caso de los patógenos intracelulares (bacterias intracelulares y virus), igual que en la respuesta a células transformadas.
El amplio espectro de las Ciencias Veterinarias, que ofrece un inmenso abanico de productos que según algunos autores alcanza a nivel internacional una oferta que supera los 400 productos inmunizantes diferentes (frente a los de alrededor de 15 productos de este tipo que se ofrecen en el caso de la Vacunología Humana), abarcan inmunógenos clásicos (vacunas inactivadas y vacunas vivas atenuadas, que siguen representando más del 70% de la oferta) y cada vez con mayor fuerza productos de nueva generación entre los que se incluyen vacunas atenuadas por ingeniería genética, vacunas de subunidades recombinantes y de vectores recombinantes (vacunas vectorizadas y de replicones), de plataformas a base de bacterias, virus o levaduras y partículas VLP (para virus y antígenos de otras procedencias), vacunas genéticas, de ADN desnudo, vacunas inversas, estructurales y de vesículas de membrana. Se ofrecen también vacunas para el control de enfermedades alérgicas, de tumores y de problemas de la reproducción, principalmente.
Al lado de todo esto, precisamente con la purificación no ya de antígenos inmunizantes, sino más bien de determinantes o epitopes concretos, ha surgido la necesidad de investigar su potenciación tanto para mejorar su inmunogenicidad como para dirigir la respuesta, principalmente buscando el componente celular tradicionalmente reducido en el caso de los productos inactivados o las subunidades purificadas o semipurificadas. Ha surgido así una potente industria de los adyuvantes de inmunidad, que con una historia de casi cien años, surgida de las primeras observaciones de otro gran veterinario, Gastón Ramón en relación con las inmunizaciones para producir suero antidiftérico o tetánico, están derivando con los últimos descubrimientos, por ejemplo en relación con el papel de los agonistas de los receptores (TLR y otros) dispuestos en la membrana de las células de la defensa innata (principalmente células dendríticas) o en su interior, en adyuvantes menos tóxicos que las sales minerales tradicionales y mucho más potentes, además de otros descubrimientos en relación con nuevas formulaciones (ISCOMs y otros).
Pero el camino no ha hecho más que empezar y quedan por delante muchos problemas que resolver en relación con enfermedades para las que todavía no existen vacunas o en las que las existentes no resuelven el problema, enfermedades crónicas, enfermedades emergentes y reemergentes, enfermedades de los animales salvajes, muchas enfermedades de los peces de agua dulce y salada, y todas aquellas en las que la experimentación animal (en especies grandes y pequeñas) constituye un campo imprescindible para el avance en Medicina Humana, haciendo bueno ese propósito tan de moda en la actualidad, de “One Health”, que define la necesaria colaboración en la interfaz entre el hombre, los animales y el ambiente.