19 de enero de 2015
19:00
APERTURA CURSO 2014-2015 “Inmunoterapia en la Sanidad Animal”
Fecha: 19 de enero de 2015
Hora: 19:00
Lugar: Sede de la RACVE
Invitación:
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Ponentes:
RESUMEN
Excmo. Sr. Presidente de la Real Academia de Ciencias Veterinarias de España, Excmos. Sras. y Sres. Académicos. Excmas. e Ilmas. Autoridades, Sras. y Sres.
Es cada día más evidente el incremento en importancia de la Inmunoterapia en la Sanidad Animal, así como también la trascendencia sanitaria en la Producción Animal y en las Economías Nacionales.
El pasado 3 de octubre de 2013, la Unión Europea desarrolló una importante Conferencia Económica con el título de “Economía de la Sanidad Animal, ¿vale la pena este precio?”.
Actualmente en la Unión Europea a partir del año 2007 ha realizado importantes esfuerzos en todas las áreas sanitarias, avanzando cada vez más hacia una eficaz, rentable y sólida Política Sanitaria Comunitaria.
De acuerdo al principio de que mejor es “la prevención que la curación”, nos gustaría destacar los principales avances que se han producido en la Inmunología, y poder estudiar éstos a través de los más recientes estudios de la Inmunoterapia y el conocimiento complementario de la Inmunomodulación hasta la actualidad.
El reciente impacto producido en el mundo científico por este nuevo enfoque, en base a Inmunomodulación, hace que con esta nueva aplicación se trata de obtener que las propias defensas combatan por ejemplo el cáncer en vez de, como se realiza actualmente, eliminar el tumor con todo tipo de medicación destructiva.
Digno es de destacar que la revista Science ha elegido la Inmunoterapia Oncológica como el mayor avance científico conseguido en el 2013, a pesar de que esta parte de la Inmunología aún está en los albores de su conocimiento y aplicación.
Destacamos al Dr. Jean Allison del MD Anderson Cancer Center de Houston (USA), que fue el primero en observar cómo los tumores aprovechan el propio sistema inmunitario para crecer, también observó cómo las células tumorales se afectan por ciertos linfocitos impidiendo que dicho sistema tumoral avance.
Al tener este conocimiento, el Dr. Allison desarrolló un nuevo Biofármaco empleado por cierto tiempo con éxitos variables, pero proporcionando numerosa información que en la actualidad están trabajando científicos en todo el mundo, tratando de estimular el sistema inmunitario, en base a que, tal como afirma el Dr. Drew Pardoll de la Universidad John Hopkins (USA), “no existe un solo cáncer que no genere una respuesta inmune, con la que podamos luchar clínicamente”.
En estos momentos podemos afirmar que la Inmunoterapia ofrece resultados positivos en muchos casos de la Patología, pero también es cierto que todavía quedan muchos retos que superar.
Con la finalidad de ser más didácticos, hemos tratado en una primera parte la “Evolución de la Inmunología” en un plano general, y en capítulo aparte que no diverso, la Inmunoterapia, así como también hemos destacado la Inmunomodulación.
1.- Introducción e inicios de la inmunología:
Se trata de una ciencia encargada del estudio de la reacción de un organismo frente a uno o varios antígenos así como de la distinción de los componentes biológicos propios frente a los extraños.
Los inicios de la inmunología pueden remontarse a las prácticas realizadas en China, donde se utilizaba material desecado de las vesículas de enfermos con viruela para inoculárselo a personas sanas y conferirles inmunidad. Este método, denominado variolización, constituye el primer intento de aumentar las defensas frente a una infección poniéndose en contacto con material procedente de una persona enferma.
En 1796 Edward Jenner observó que los ganaderos que habían padecido la viruela de las vacas no padecían la viruela humana, comenzando la etapa experimental y científica de la Inmunología. En 1880 Louis Pasteur descubre la atenuación bacteriana y lo utiliza en la inmunización frente a algunas enfermedades infecciosas como la rabia y el carbunco. Al estudiar in vitro lo que les ocurría a las bacterias expuestas a leucocitos o al suero, Elie Metchnikoff en 1882 reconoce el significado del fenómeno de la fagocitosis en tejidos animales, enunciando la “Teoría de la Inmunidad Celular”. El descubrimiento de la capacidad antimicrobiana de algunas sustancias contenidas del suero llevó en 1890 a E. Behring y S. Kitasato al desarrollo de la “Teoría de la Inmunidad Humoral”.
Tras años de debate científico entre los partidarios de ambas teorías, la reconciliación de las dos teorías tuvo lugar al demostrarse que la opsonización facilitaba la fagocitosis, A partir de estos estudios se estableció que el alto grado de especificidad inmunológica que se producía tras la inmunización se debía fundamentalmente a la formación de anticuerpos específicos, que en el hospedador infectado neutralizarían las toxinas producidas por los microorganismos y harían a los microorganismos más sensibles a la fagocitosis. Como resultado de esto, la inmunidad específica se estudió fundamentalmente en términos de la formación de anticuerpos y la terapia y profilaxis de las enfermedades infecciosas se concebía como la administración al hospedador de anticuerpos específicos para el microorganismo infectante (sueroterapia) o de una inmunización diseñada a inducir la formación de esos anticuerpos por el propio hospedador.
En las primeras décadas del siglo XX comienza el estudio de la naturaleza de los anticuerpos y de las sustancias que inducían su producción (antígenos). También se estudian las características que determinan la antigenicidad, estableciéndose que el tamaño, la naturaleza bioquímica y el carácter extraño de la molécula eran factores importantes, desarrollándose la inmunoquímica. Uno de los puntos de mayor controversia fue el estudio de cómo se formaban los anticuerpos tras la inyección del antígeno. Ehrlich en 1897 había sugerido que los antígenos se combinaban con receptores presentes en la superficie de las células tisulares y Jerne propuso que la especificidad de los anticuerpos estaba formada antes de la unión con el antígeno. Los trabajos de Talmage demostraron que las células que sintetizaban los anticuerpos transportaban los receptores para el antígeno, dando lugar a que Burnet propusiese la “Teoría de la Selección Clonal”.
A pesar de la cantidad de estudios enfocados hacia el estudio de los anticuerpos y el papel que jugaban en la reacción inmunológica, algunos trabajos se realizaron sobre las células que sintetizan los anticuerpos, demostrándose el papel de las células plasmáticas y Iinfocitos B en la producción de gammaglobulinas, como productores de la respuesta humoral. También fue puesta de manifiesto la existencia de unos órganos centrales inmunitarios, señalando Good y Miller en 1960 el papel fundamental del timo en la respuesta inmune, y Glick y colaboradores en 1956 el de la bolsa de Fabricio en las aves.
Aunque se creía que la función fundamental de la respuesta inmune específica en animales superiores era la defensa contra los microorganismos del ambiente, también se empezó a pensar que el sistema inmune podría desarrollar otras importantes funciones, sobre todo en relación con la eliminación de células tumorales y el rechazo de trasplantes. Así, se llegó a profundizar en el estudio de la tolerancia inmunológica y al descubrimiento de los antígenos de histocompatibilidad.
2) Inmunidad y sistema inmunitario:
Se entiende por antígeno cualquier sustancia ajena a un organismo que es capaz de desencadenar una respuesta inmune generada para combatir una enfermedad.
Sin embargo, antes de que actúe el sistema inmune, el organismo posee una serie de barreras naturales que lo protegen de la infección de los agentes patógenos, así como una protección biológica a través de la microbiota natural. De esta manera, piel y mucosas actúan como un puesto fronterizo entre dos compartimientos y contienen otros factores particulares como la lisozima de la saliva o las secreciones lagrimales y nasales que tienen diferentes capacidades destructivas contra agentes patógenos.
Una vez que actua el sistema inmune se generan dos “líneas de defensa” principales:
2.1) Inmunidad innata, natural o inespecífica: representa el primer sistema defensivo del organismo y es de especial significación frente a la protección del mismo ante infecciones, ya sean de tipo bacteriano o viral.
En este momento las citocinas son prioritariamente de los tipos IL-1, 6, 7 y 15 y poseen una acción relevante como elementos proinflamatorios, e incluso contribuyendo al inicio de la respuesta inmune adaptativa.
Las quimiocinas esenciales intervienen atrayendo nuevas células al foco inflamatorio en caso de una agresión por patógenos.
Además, el sistema del complemento interviene en los procesos de destrucción de microorganismos con una gran eficacia al poseer una acción directa destructiva de los mismos o ser inductores de su destrucción por células fagocíticas, así como por su acción quimiotáctica y anafilotóxica.
Por otro lado dentro de las células de la respuesta inmune innata presentes en la piel y mucosas destacan los fibroblastos, las células dendríticas, monocitos, neutrófilos, macrófagos, células NK e incluso linfocitos T y B. Estas células, con la excepción de los linfocitos, se caracterizan por su capacidad para actuar de manera inmediata sin requerir de un aprendizaje previo siempre que cualquier patógeno sobrepasa las barreras naturales.
Cuando se produce una invasión local de microorganismos o incluso un trauma de otra naturaleza se activan una serie de componentes de la respuesta innata a nivel local produciendo lo que se conoce como inflamación. El proceso inflamatorio supone la unión de todas las actuaciones de la inmunidad innata a nivel de un foco de infección. En la inflamación se ponen en marcha elementos que directamente interfieren con el invasor y además se generan señales encaminadas a atraer nuevas células al foco inflamatorio para contribuir de manera más eficiente a la destrucción del invasor.
2.2) Inmunidad adaptativa, adquirida o específica: se caracteriza porque es efectiva solo frente a aquellos antígenos que iniciaron este tipo de respuesta y está mediada por linfocitos que cuentan con la colaboración de células dendríticas y macrófagos principalmente.
Los linfocitos que participan en este tipo de respuesta son de dos tipos: Iinfocitos B y linfocitos T. Los Iinfocitos T a su vez pueden ser de los tipos colaborador (Th), citotóxico (Tc) o regulador (Treg).
Esta respuesta inmune puede ser a su vez de tipo humoral o tipo celular de manera que se considera que cuando los elementos implicados son los linfocitos B se trata de una respuesta tipo humoral mientras que cuando participan los linfocitos T se trata de una respuesta tipo celular.
Para que se inicie la respuesta tanto humoral como celular el primer paso es el reconocimiento del antígeno realizado por los Iinfocitos B mediante inmunoglobulinas de membrana, mientras que los linfocitos T lo reconocen mediante el receptor de Iinfocitos T (TCR). Las inmunoglobulinas son glicoproteínas formadas, al menos, por cuatro cadenas mientras que el receptor de los linfocitos T (TCR) es también una glicoproteína pero de solo dos cadenas. Ambos tipos de moléculas tienen la propiedad de reconocer y unirse al antígeno de manera específica, y así nos encontramos con:
- a) Respuesta inmune celular: la respuesta inmune de tipo celular cubre una importante función como mecanismo inmunológico de defensa, actuando principalmente frente a virus, así como evitando la aparición y desarrollo de células tumorales. En ella participan los linfocitos T tanto de tipo colaborador (Th) como citotóxico (Tc).
Para que los linfocitos T puedan reconocer el antígeno éste debe ser debidamente presentado. Esta función se realiza por las células presentadoras de antígeno (APC) que expone sus determinantes antigénicos en su superficie en el seno de las moléculas del complejo principal de histocompatibilidad. Estas células presentadoras, y en concreto las células dendríticas, transportan el antígeno desde el foco inflamatorio a los ganglios Iinfáticos regionales, lo cual es importante en el inicio de la respuesta adaptativa y una prueba irrefutable de la colaboración entre respuesta innata y adaptativa.
Una parte muy importante de la respuesta inmune es la regulación de la misma por moléculas conocidas como citocinas, que son sustancias producidas por linfocitos.
- b) Respuesta inmune humoral: en esta respuesta inmune intervienen, como pieza central, los linfocitos B, que además del estímulo antigénico reciben el estímulo de ciertas citocinas producidas por los Iinfocitos T colaboradores.
Sólo cuando confluyen ambos estímulos, se produce la activación, proliferación y diferenciación de los Iinfocitos B hasta la formación de células memoria y células plasmáticas productoras de inmunoglobulinas, que serán el elemento final de la respuesta humoral.
En su conjunto podemos decir que el sistema inmune funciona de forma secuencial, enviándose e intercambiándose información entre los diferentes compartimentos al objeto de aumentar la eficiencia entre ellos para eliminar los microorganismos patógenos.
Así, una vez que entra el patógeno superando las barreras fisicoquímicas, se pone en funcionamiento el sistema inmune innato, con células y factores solubles que van a tratar de eliminarlos. Si este sistema falla, en los vertebrados puede ponerse en marcha el sistema inmune adaptativo que es muy selectivo y en el que participan células con un sofisticado procedimiento de reconocimiento y activación.
3) Inmunización:
La inmunización supone el proceso de inducción de inmunidad artificial frente a una enfermedad. Puede ser de dos tipos:
3.1) Inmunización activa o vacunación: se basa en la estimulación artificial del propio sistema inmunológico de un individuo mediante el suministro de los antígenos necesarios para que el organismo sintetice por sí mismo los anticuerpos contra ellos. Para que una vacuna pueda ser suministrada debe cumplir dos requisitos básicos:
– Tener capacidad inmunogénica: debe ser capaz de provocar una respuesta inmunitaria eficaz. Aunque ninguna vacuna posee una efectividad inmunógena del 100% (es decir, todos los individuos vacunados quedan inmunizados), el nivel de protección que proporcione debe ser siempre suficiente.
– Ser seguras y no producir efectos secundarios: si la inoculación de la vacuna provoca el desarrollo de la enfermedad o de otros problemas importantes, no puede ser utilizada.
3.2) Inmunización pasiva o sueroterapia: consiste en la administración de anticuerpos contra algún patógeno, creados en otro individuo o por técnicas biotecnológicas de manera que no interviene el sistema inmunitario propio. Sin embargo esta inmunidad es temporal ya que, al no existir células de memoria sino sólo los anticuerpos, las inmunoglobulinas se degradan con el tiempo y la terapia pierde efectividad.
4) Vacunas:
4.1) Tipos de vacunas:
Vacunas vivas atenuadas: se realizan haciendo pases del virus que provoca la enfermedad a través de una serie de cultivos celulares o embriones animales (por lo general, embriones de pollo). Al usar embriones de pollo como ejemplo, el virus crece en diferentes embriones en serie. Con cada pase, el virus mejora su replicación en las células del pollo, pero pierde la capacidad de replicarse en otra especie. Un virus que se vaya a usar en una vacuna puede pasarse hasta en 200 embriones o cultivos celulares diferentes. Con el tiempo, el virus atenuado irá perdiendo la capacidad de replicarse correctamente en células de otra especie hasta que finalmente se pueda usar en una vacuna. Por lo general, la protección de una vacuna viva atenuada supera la que brinda una vacuna muerta o inactiva ya que el organismo del hospedador fabrica gran número de anticuerpos y linfocitos B de memoria que proporcionan una inmunidad intensa y de larga duración.
Vacunas inactivadas: se producen inactivando un patógeno, normalmente mediante calor o productos químicos, como formaldehído o formalina, que destruyen la capacidad del patógeno para replicarse, pero lo mantienen “intacto” para que el sistema inmune todavía lo pueda reconocer. Como los patógenos muertos o inactivos no se pueden replicar por completo, no pueden revertirse a una forma más virulenta que pudiera provocar enfermedades. Con frecuencia son necesarias dosis de recuerdo para estimular a los linfocitos B de memoria.
Vacunas recombinantes: son vacunas formadas por un antígeno proteico obtenido mediante la inserción (recombinación genética) en un microorganismo o en un cultivo celular de un fragmento apropiado, habitualmente un plásmido bacteriano que contiene un gen o segmento de ADN que codifica el antígeno deseado. Se producen por ingeniería genética.
Acelulares: no están compuestas por células completas si no que contienen únicamente partes o productos de los microorganismos como toxoides. Éstos son toxinas alteradas por efecto del calor o de agentes químicos, aunque conservan su capacidad de estimular la síntesis de los anticuerpos correspondientes (anatoxinas). Un ejemplo es el tétanos cuyos síntomas no son provocados por la bacteria Clostridium tetani sino por una neurotoxina que se produce.
4.2) Inmunización: tipos de respuesta producida
Respuesta primaria: después de la administración de una primera dosis se pueden distinguir tres períodos:
- a) El período de latencia: se presenta entre la aplicación de la vacuna y la aparición de anticuerpos en la sangre (séricos) tipo IgM, dura de 24 horas a dos semanas, en función del sistema inmunitario del sujeto y de la dosis del antígeno.
- b) El período de crecimiento: se inicia al final del período de latencia, alcanzando la máxima tasa de anticuerpos a las cuatro semanas. En general la producción de anticuerpos IgM precede a la de IgG. Esta concentración de anticuerpos puede ser elevada y mantenerse a esos niveles durante unos días para luego decrecer rápidamente.
- c) El período de decrecimiento: después de haber alcanzado la concentración máxima, la concentración de anticuerpos declina primero rápidamente, y luego lentamente. El período de decrecimiento es más o menos largo, dependiendo a la vez del nivel de síntesis o de degradación de anticuerpos, de la calidad y cantidad de estos anticuerpos. Las IgA y las IgM disminuyen más rápidamente que las IgG.
Respuesta secundaria: la reintroducción del antígeno después de un lapso conveniente desencadena una respuesta de tipo secundaria caracterizada, a la vez por la rapidez de aparición de anticuerpos específicos, y la cantidad importante de anticuerpos segregados, que son de inmediato de tipo IgG. El hecho importante de la respuesta secundaria, es debido a la presencia de la memoria inmunológica que persiste mucho tiempo, aún cuando la concentración de anticuerpos está disminuyendo por debajo del umbral de detección (efecto booster).
INMUNOMODULACIÓN
Introducción:
La mayor parte de las interacciones metabólicas de los seres vivos pasan por sistemas de autorregulación, incluido el sistema inmunológico de defensa. Mediante la liberación de mediadores estimuladores e inhibidores se desencadena una respuesta inmunitaria u otra definida por un perfil de citocinas u otros mediadores cuya utilización terapéutica se denomina “inmunomodulación”.
Este sistema de autorregulación se basa en una homeostasis interna que se puede observar claramente en el balance de células T del sistema inmunitario.
El linfocito TH-0 es un prolinfocito virgen que todavía no tiene una función específica y se pueden diferenciar a linfocitos TH-1 o TH-2 proinflamatorios o a linfocitos TH-3 inhibidores de la inflamación, también denominados linfocitos reguladores o linfocitos Treg.
Los linfocitos TH-1 y TH-2 desencadenan y estimulan el sistema de defensa contra un antígeno específico mientras que los TH-3 son linfocitos reguladores de la inflamación e inhiben la función de los linfocitos TH-1 y TH-2.
Inmunopotenciación:
Las sustancias capaces de aumentar la intensidad de los mecanismos inmunitarios suelen presentar una actividad multifactorial, que incide de forma diversa en la compleja red de interacciones entre las células y las moléculas del sistema inmune, por lo que sus efectos, más que potenciadores, son, en la mayoría de los casos, inmunomoduladores.
Estos agentes suelen actuar estimulando macrófagos, que liberan citocinas, las cuales actuarán modificando el estado inmunitario y la capacidad de respuesta de los linfocitos, aunque algunos pueden actuar directamente sobre los linfocitos.
Independientemente de que el BRM (Modificador de la Respuesta Biológica) sea endógeno o exógeno la capacidad de respuestas coordinadas del sistema inmune requiere la transferencia de información entre células. Las células se comunican entre sí de dos maneras distintas: por contacto célula-célula, mediante juegos de moléculas que, ubicadas en las respectivas superficies celulares, actúan como ligandos y receptores; y a distancia, mediante moléculas secretadas por una célula, que se unen a receptores en la superficie de otra célula. En ambos casos, la ocupación del receptor por el ligando inicia una señal bioquímica que se transmite desde la superficie celular hasta el núcleo, mediante cadenas de intermediarios, conectados entre sí, que constituyen las vías de señalización las cuales terminan con la activación de factores de transcripción que penetran en el núcleo y activan la transcripción de determinados genes.
Pero hay que tener en cuenta que la mayoría de las citocinas son moléculas pleiotrópicas, capaces de inducir un espectro más o menos amplio de efectos, y esta complejidad de acciones, unida a su gran actividad biológica y a la existencia de efectos colaterales indeseables, exigen una dosificación muy precisa y son factores que limitan su utilización en terapia.
Patrones moleculares asociados a daño DAMPs (moléculas secretadas por daño tisular) y patrones moleculares asociados a patógenos PAMPs (moléculas secretadas por invasión de microorganismos patógenos):
Los fagocitos forman parte del componente celular de los procesos inflamatorios. Su capacidad para reconocer estructuras superficiales de microorganismos patógenos se debe a la existencia de receptores que reconocen motivos moleculares conservados a través de los cambios adaptativos promovidos por las mutaciones microbianas.
Estos motivos han sido denominados PAMPs y se incluyen carbohidratos bacterianos, como los lipopolisacáridos o la manosa, ácidos nucleicos, como ADN y ARN bacteriano o viral, formilmetionina y lipoproteínas.
Los receptores que reconocen PAMPs se denominan PRRs (siglas de “pattern recognition receptors”) y desencadenan reacciones defensivas, generalmente de tipo inflamatorio.
Hay distintos tipos de proteínas que presentan características de PRR capaces de reconocer los patrones moleculares asociados a patógenos, entre los cuales, hay que destacar los “receptores similares a TolI (los receptores Toll son una familia de proteinas de membrana de función clave en la respuesta inmunitaria), como los TLR, a los que se une el LPS a modo de llave para modular el sistema inmune. Los macrófagos y las células dendríticas pueden usar sus receptores TLRs para clasificar al patógeno invasor y responder de forma personalizada. Los diez TLR conocidos hasta el momento, bien de forma individualizada o bien formando heterodímeros son capaces de reconocer prácticamente cualquier agente infeccioso.
Clasificación de los inmunomoduladores según su origen:
- a) Procariótico o microbiológico, como el bacilo de Calmette-Guérin, el Adyuvante Completo de Freund, los lipopolisacáridos o el Lípido A.
Respecto a los lipopolisacáridos (LPS), constituyentes característicos de la pared celular de las bacterias gramnegativas, contienen una fracción de gran actividad biológica demostrada llamada lípido A integrada por ácidos grasos unidos por enlace estérico a moléculas de N-acetilglucosamina.
La actividad inmunomoduladora como adyuvante de los lipopolisacáridos fue descrita por primera vez por Johnson y colaboradores, en 1956 y la mayoría de los estudios
reportan que activan directamente a los macrófagos y estimulan la producción y liberación de citocinas como la IL-1. Los LPS tienen efectos directos sobre los linfocitos, son mitógenos de células B independientes de células T y destacan, según la especie bacteriana, por su pirogenicidad y toxicidad letal. Los LPS son considerados inmunomoduladores potentes por su capacidad de activar linfocitos B, granulocitos y células mononucleares.
- b) Eucariótico o celular: las citocinas.
Las citocinas son proteínas solubles no específicas, producidas mayoritariamente por leucocitos que regulan las células del sistema inmune y los procesos inflamatorios. Estas moléculas reguladoras intervienen en la respuesta protectora contra neoplasias y las infecciones.
Cuando se utilizan citocinas para inducir una inmunoestimulación las ventajas locales son: 1) generar altas concentraciones de citocinas de manera local, similar a la respuesta propia del organismo contra antígenos extraños y 2) aprovechar los efectos de las citocinas en forma sostenida que activen el sistema inmune.
TLRS:
A continuación se describen los diferentes tipos de receptores implicados en inmunomodulación a través de TLRs. Cada uno de ellos puede tener una posible diana terapéutica con moléculas de diferente origen de cara a modular la respuesta inmunitaria:
TLR-1: receptor que se encuentra en la membrana plasmática y reconoce lipoproteínas de bacterias. Funcionalmente se asocia con TLR-2 y tiene una alta homología con TLR-6.
TLR-2: receptor localizado en la membrana plasmática y que reconoce diferentes componentes de virus, hongos, micoplasmas y bacterias como son diversos glicolípidos. TLR-2 no actúa como un receptor monomérico, sino que su actividad requiere interacciones heterodiméricas con TLR-1 o TLR-6.
TLR-3: receptor endosomal que reconoce ARN vírico de doble cadena. El RNA vírico es un potente inductor de la producción de interferón tipo 1 (IFN-a e INF-b) ejerciendo un efecto antiviral e inmunoestimulatorio a través de la maduración de las células dendríticas.
TLR-4: es el miembro de la familia TolI que primero se identificó en mamíferos y el que mejor se ha caracterizado. Forma parte del receptor multímerico del LPS en monocito/macrófagos.
TLR-5: receptor que se encuentra en la membrana plasmática y reconoce la flagelina bacteriana.
TLR-6: receptor que se encuentra en la membrana plasmática y reconoce lipoproteínas diacetiladas procedentes de bacterias y virus.
TLR-7: receptor endosomal que reconoce RNAss de virus, bacterias y ácidos nucleicos de patógenos endógenos.
TLR-8: Es un receptor que pertenece a la subfamilia del TLR-9 y junto con TLR-7 también reconoce compuestos antivirales. Reconoce RNA de algunos virus y del propio hospedador.
TLR-9: receptor endosomal que reconoce ácidos nucleicos de bacterias, virus y de patógenos endógenos. Reconoce secuencias no metiladas de DNA bacteriano.
TLR-10: receptor endosomal. Es de los últimos TLR descubierto por lo que su ligando se encuentra en fase de investigación.
Si bien es cierto que solo hemos podido señalar someramente la Inmunología y su evolución en el tratamiento de las Enfermedades (Inmunoterapia). También se ha señalado la Inmunomodulación como principal camino para desarrollar la Inmunoterapia en los próximos años.
Es verdaderamente asombroso poder conocer y disponer de un sistema inmunológico que cubre tanto contra las enfermedades animales y humanas, como contra los efectos adversos de otra patología no infecciosa, cáncer, septicemia, etc…
Estamos seguros de que los científicos que en la actualidad están desarrollando todo tipo de estudios podrán desarrollar nuevos tratamientos mucho más eficaces que los actuales, y permitirán mejorar la calidad de vida en los tratamientos de diversos complejos patológicos.
Por último, si bien es cierto que todavía estamos en los inicios de la aplicación de esta tecnología, según vayan avanzando los estudios y viéndose los resultados, esta aplicación será masiva y evitará toda la gran problemática actual que se está generando con las resistencias bacterianas a los antibióticos, causada especialmente por el abuso de éstos, tanto en los animales como en la patología humana.
Es cierto que, ante la problemática de las resistencias de los gérmenes ante los antibióticos, en las enfermedades animales se controlan cada vez más los residuos de los antibióticos en los productos alimenticios y también se ha mentalizado a todo el mundo sanitario para cumplir con los tiempos de espera, en los que los animales podrán eliminar adecuadamente los antibióticos con los que han sido tratados por los veterinarios.
A modo de conclusión se podría afirmar al día de hoy que la evolución de la Inmunoterapia proporcionará una mejora de los tratamientos de los procesos patológicos, facilitando soluciones a los procesos que apenas tienen tratamiento (leucemia, cáncer, septicemia, etc.), y sobre todo en la salud animal proporcionará tratamientos más económicos que rentabilizarán la Producción Animal.